Adiós número veinticinco

En José María Moreno y Tejedor nacía, crecía, mientras esperaba que llegara, viajara. Que acercara la alegría del encuentro. Punto promedio, de sueño comienzo, que hacia Floresta comenzaba. Desde Pompeya de vuelta, directo a Floresta, o a La Boca por Barracas. Desde Ferro hasta Huracán, caravana que llegara a alguna cancha. Subir o bajar, en Gaona y Emilio Lamarca, solo una vez Devoto, Suárez hasta Necochea, Aranguren calle eterna y Caballito en Rivadavia, al seis mil.

En José María Moreno y Tejedor subía, creía, como si viajando existiera una forma de volver para siempre al primer amor. Aunque tras tantos varios minutos de espera, un colectivo que ya no vendría se iría, diría, en el recuerdo del patio primario, el abuelo materno y un presente de mayo.

Postales - lunes, veintiuno de mayo de 2012

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *