Volviste

Te estaba contemplando, desde la ventana
cuantas banderas de tu corazón, colgadas
como un imán se asoma ese otro viento
mejor tatuado en la imaginación de,
tu espalda, tan llena de «fa», de silbidos,
con «totalmentes che» y tantos «consecuentemente»
como «déjame pensar…», que ironía que,
otra vez sea el sanatorio de la calle Belgrano
donde, tan solo hace un rato, te enyesaron
el brazo, agarrándome la mano en el traslado
contestaste tan solo al «¿qué estás pensando?»,
pues, «Qué se murió la tía…» y el mismo lado.

Cuándo, cuánto tiempo de estar revela,
que los accidentes pues no son solo accidentes,
y que los llamados del caso fueron quizás
un único llamado con una bendición.
Con la ley de atracción absuelta de melancolía,
que descansa en la llegada del desayuno,
en el valor de las segundas oportunidades,
en la borra del vino de Saint Felicién,
en el post trauma de volver a nacer,
y en la alegría de, además de todo, verte
con todos tus «yo» camuflados en uno.

Consecuentemente - viernes, veinte de septiembre de 2013